Es un algoritmo estándar para manejar reintentos de operaciones fallidas, como una llamada a una API que no responde. En lugar de reintentar inmediatamente y a intervalos fijos (lo que podría sobrecargar aún más un sistema ya en problemas), esta técnica aumenta exponencialmente el tiempo de espera entre cada reintento. Su principal beneficio es que eleva la resiliencia del sistema, simplifica el diagnóstico de problemas de conectividad y mejora la mantenibilidad general. Es una pieza clave para ordenar el caos en arquitecturas de microservicios y se complementa con observabilidad.