Son dos enfoques para la interacción entre microservicios. En la **Orquestación**, un servicio central (el ""orquestador"") controla y dirige el flujo de trabajo, diciendo a cada servicio qué hacer. En la **Coreografía**, no hay un controlador central; cada servicio reacciona a los eventos emitidos por otros servicios de forma autónoma. La elección entre ambos es clave para la confiabilidad y la escalabilidad, evitando cuellos de botella y puntos únicos de fallo, y se basa en definir contratos claros y timeouts entre los servicios.