Es una práctica cultural y de proceso para analizar incidentes con el objetivo de entender las causas sistémicas, en lugar de buscar culpables individuales. Si se busca construir resiliencia ante imprevistos, este enfoque es fundamental. Protege los ingresos y la reputación al permitir que los equipos aprendan de los errores en un entorno seguro. Para que sea efectivo, requiere una cultura de on-call saludable, alertas que sean verdaderamente útiles y la creación de planes de acción concretos a partir de los hallazgos, convirtiendo los incidentes en oportunidades de mejora.