Es una metodología de diseño de software que se enfoca en modelar el software para que refleje con precisión el dominio o área de negocio en la que opera. Se aplica cuando se necesita alta confiabilidad, mantenibilidad y diagnósticos claros. Su principal beneficio es que eleva la resiliencia del sistema al alinear el lenguaje técnico con el del negocio, lo que simplifica la comunicación y reduce malentendidos. Se complementa con prácticas de CI/CD, ""runbooks"" detallados y una cultura de ""postmortems"" sin culpables para aprender de los errores.